El lunes 3 de octubre, Fiat suspendió a todo el segundo turno de producción (400 trabajadores) hasta este jueves 6, y anunció que al día siguiente la suspensión abarcaría a toda la planta. La patronal italiana atribuyó la medida a la falta de materiales para mantener el ritmo productivo y a la necesidad de ajuste general de stock.
Sorpresivamente, al día siguiente Fiat decidió "suspender" las suspensiones porque había conseguido la aprobación de licencias no automáticas para la entrada de 7.000 unidades a Brasil -a las que no había aludido nunca.
¿Se confirmó la caracterización del ministro cordobés de industria de que el tema no era alarmante? ¿Estamos ante un simple problema de permisos aduaneros o ante la manifestación concreta de la crisis provocada por la bancarrota del capitalismo mundial?
A la par que se anunciaban las suspensiones en Córdoba, se conoció que la empresa en Brasil suspendió por diez días a 2.000 trabajadores de su planta en Minas Gerais. Las suspensiones responden a una "desaceleración" (caída) de las ventas en Brasil y a la certidumbre de que las posibilidades de recomponer el mercado interno brasileño son remotas en el marco del derrumbe financiero mundial.
Las patronales metalmecánicas (incluido Ratazzi) sostienen la necesidad de avanzar en la reducción de costos y el aumento de la competitividad de la producción local -o sea, como en Europa, reducir salarios, mayor precarización laboral y devaluación.
Cuenta de esto lo pueden dar los trabajadores de la planta de Fiat en Ferreyra. Permanentemente son "anoticiados" por los supervisores de que después del 23 se viene "la limpieza": 700 despidos, levantamiento de una línea de producción para mandarla a Brasil y apriete a los que queden.
De hecho, ya se han estado desprendiendo de trabajadores contratados por consultoras, cambiando de empresas contratistas. La estabilidad laboral no pasa de los seis meses para el grueso del personal. El abuso de la precarización alcanza a las empresas de limpieza, cuyos empleados trabajan en la línea de producción con salarios del 40%. Esta situación es la que abona dentro de la empresa un clima de constante tensión y bronca de los trabajadores.
No sólo Fiat
Mientras empresa y gobierno quitaban "dramatismo" a la situación, reduciéndola al conflicto aduanero, VW "suspendió la posibilidad de realizar horas extras en una de sus plantas (...) desde el sábado 1º de octubre, Mauricio Businello, gerente de Relaciones Institucionales, destacó que esa situación se ‘da solamente en la planta que realiza cajas para todos los vehículos que se exportan a Brasil. La otra -que provee a España y México- trabaja con normalidad’" (Comercio y Justicia, 5/10).
La situación de VW Córdoba se complica aún más por su carácter de autopartista y exportadora. Dentro de fábrica los constantes reclamos por la situación laboral e incluso salariales, chocan con el ninguneo que la patronal y el Smata hacen a la comisión interna independiente que derrotó a la burocracia en las últimas elecciones.El panorama de crisis lo completa Renault con la eliminación de horas extras.
Es la crisis capitalista, estúpido
Las suspensiones, el quite de horas extras, la posibilidad de levantamiento de líneas de producción no es ni de lejos un hecho de estos días. Es en realidad una continuidad de la primera manifestación de la crisis a fines de 2008. En ese momento hubo más de 2000 despidos, y se perdió una parte importante de la producción autopartista, acentuando lo que ha sido la característica del "boom" de la industria automotriz a partir de 2004: ser una ensambladora de autopartes importadas.
Las multinacionales tenían en claro que la recuperación de 2009 era sólo un veranito, que no duraría, y a causa de ello la abordaron profundizando la tercerización y precarización laboral, con contratos de tres y cuatro meses a través de consultoras. Tenían pleno conocimiento de lo que ahora sucede y en esto contaron con la complicidad de la burocracia sindical, que entregó la lucha contra las suspensiones y despidos con el cuento de que había que soportarlos para defender el grueso de los puestos laborales.
Un programa de salida
El gobierno responde a las presiones y amenazas de las patronales automotrices prometiendo concesiones. En palabras de De la Sota: "mejoramos cualquier oferta". Esto es lo que se ha hecho hasta ahora: cientos de millones de pesos en subsidios directos y en eximiciones impositivas, hicieron la vista gorda frente a violaciones a las condiciones de trabajo, alentaron la precarización laboral -y al primer estornudo de la crisis los pulpos se mandan a guardar, después de haber amasado fortunas. La "salida" del gobierno es una encerrona que ya muestra su fracaso y que agrava las finanzas públicas, obligando a un mayor endeudamiento, para concluir en recortes y ajustes de los gastos en salud, educación, jubilaciones y salarios.
Que el costo de una baja en la producción lo absorban las empresas, haciendo uso de las ganancias de estos últimos años; que se repartan las horas de trabajo sin afectar el salario; que se abran los libros de las empresas. La garantía laboral por parte de las patronales debe ser extendida al conjunto de los trabajadores empleados en la planta, independientemente de quién sea el empleador; hay que rechazar la desvinculación de las patronales de los trabajadores tercerizados o contratados por consultoras.
J. N. y E. S.