El gobierno pretende cambiar la dirección de la CGT, para adaptarla mejor a las tareas del ajuste y al arbitraje personal del “cristinismo”. El primero anotado para el recambio de Moyano fue Gerardo Martínez, el agente del batallón 601 durante la dictadura, circunstancia que fue ocultada -incluso por parte del ala “progre” del kirchnerismo: la Secretaría de Derechos Humanos. Muerto el perro, ahora el candidato es Caló, sobre todo a partir de la reconciliación de la presidenta con Paolo Rocca de Techint.
El gobierno pretende que Caló sea la punta de lanza de una paritaria modelo, no mayor al 20 por ciento, a manera de ancla salarial del tarifazo -el rol que había jugado Lorenzo Miguel en el Rodrigazo de 1975. Caló tiene que lograr el apoyo de las distintas camarillas dentro de la UOM. Advertido, Moyano anuncia que conseguirá votos de delegaciones encabezadas por rivales. El gobierno necesita el tiempo que falta hasta julio para encontrar a su ‘pollo’.Moyano, para reagrupar fuerzas, corre al gobierno con algunas reivindicaciones, como elevar el piso de ganancias o los topes de asignaciones, o devolver los 12 o 15 mil millones de las Obras Sociales. Convocó un acto en el que lució aisladísimo en el saloncito de la CGT Azopardo, por “los derechos de Perón” -que no se cumplen-; hará otro similar en Foetra, el 30 de marzo. En el punto crucial de las paritarias, Moyano guitarrea con su viejo latiguillo “sin techos ni pisos”, pero no sale a organizar al conjunto del movimiento obrero que él representa como cabeza de la CGT.
Moyano se plantea la lucha por la continuidad en la CGT con la rosca y el apriete. El camino de los trabajadores está siendo mostrado por los docentes, quienes luchan contra los topes y se organizan por una nueva dirección en Ctera.
Por un Congreso de Bases de la CGT que discuta el ajuste, un plan de lucha para enfrentarlo, un mínimo equivalente a la canasta familiar y una dirección que lo lleve adelante.
Néstor Pitrola