Dos acusados fueron condenados a tres años de prisión en suspenso y a cumplir cuatro años de trabajos comunitarios; el tercero fue absuelto.
La decisión de los jueces de que ningún sojero fuera preso no podía ser más oportuna. En el banquillo de los acusados estaba el eslabón más débil de la red de contaminadores ya que la principal responsabilidad la tienen los pooles sojeros y los fabricantes de semillas, fertilizantes y agroquímicos. La punta del ovillo está en la bolsa de Nueva York. Fue en esa ciudad que Cristina -que durante la crisis con el campo en 2008 había convertido el caso Ituzaingó en un emblema- anunció con bombos y platillos el próximo desembarco de Monsanto (creador del glifosato y el principal productor de semillas, de agrotóxicos y de fertilizantes) en Córdoba, para instalar tres plantas: una en el conurbano de la ciudad de Córdoba y otras dos en Río Cuarto, profundizando su dominio sobre la producción agrícola en la Argentina. De la Sota en Córdoba coincidió ampliamente con su archienemiga.
¡Fuera Monsanto!
La resistencia a la instalación de Monsanto en Córdoba es muy fuerte. El pasado 19 de julio hubo una gran movilización con más de 5.000 personas por las calles de Córdoba en contra de Monsanto y en apoyo a las Madres de Ituzaingó (organización de mujeres del barrio que desde hace más de 10 años luchan contra la contaminación); a su vez en la zona donde se instalaría la empresa (Malvinas Argentinas) hay asambleas y acciones de vecinos.
Mientras organizaciones (y funcionarios) ligados al kirchnerismo o al FAP se declaraban satisfechos, las Madres rechazaron el fallo y llamaron a continuar la lucha y organizarse “reclamando por el derecho a la vida y a la salud de las personas, exigiendo la no instalación de Monsanto en Córdoba, ni en Argentina, ni en América latina”.
E.B.