Cuando el ruido de las cacerolas aún seguía sonando, Micheli y Moyano decidieron coordinar una medida de acción, hasta ahora esquiva. Moyano prometió 25 mil camioneros para una manifestación que Micheli conjuga con un paro de ATE. Como los paros de ATE nunca pararon el funcionamiento del Estado, tendremos una movilización aislada sin continuidad. Micheli pretende, además, la compañía de un sector del capital sojero, representado por la Federación Agraria que encabeza Buzzi -que sigue en la Mesa de Enlace. Como Moyano aplaudió el cacerolazo del jueves pasado, todo indica que, con Micheli, se busca incitar a un frente político que integren Lavagna, Duhalde y, ¿por qué no? Scioli, Massa y hasta el propio Macri. Como los ‘líderes políticos’ no tienen ‘piné’ para ponerse al frente de nada, de la tarea sustitutiva se encarga un sector de la clase media y uno de la burocracia sindical. A diferencia de la movilización de junio contra el impuesto al salario, a esta nueva movida no se le conocen reivindicaciones, pero seguramente aparecerán algunas.
Es muy claro que esto no forma parte de un plan de lucha para imponer un cuerpo de reivindicaciones y menos aún un puntapié para la discusión de una salida de los trabajadores a la crisis. Pero también es cierto que la crisis política, la bronca de los trabajadores por la inflación, por ganancias y asignaciones, junto al proceso de luchas parciales en estatales y docentes, los paros ferroviarios frente al derrumbe de los trenes, la tensión en el subte, la lucha contra las cesantías en la universidad, por mencionar algunos ejemplos, tenderán a transformar la jornada del 11 de octubre en un canal de esas reivindicaciones.
Lo que también es cierto es que la CGT Balcarce nace muerta, envuelta en una profunda crisis interna.
Llamamos, en primer lugar, a discutir políticamente y, en función de esto, rechazar en forma explícita cualquier alianza de las organizaciones obreras con las patronales, sean corporativas o partidos políticos. En los debates explicitaremos la reivindicación de la independencia política clasista del movimiento obrero. Sería un retroceso para el movimiento clasista sumarse en forma pasiva a la burocracia sindical que flirtea con la patronal opositora, pues quedará absorbido por el seguidismo a la burguesía y sus partidos.
Sobre la base de un reagrupamiento que reivindique la independencia de clase, proponemos : un salario mínimo igual a la canasta familiar, el 82% móvil, 700 pesos por hijo de salario familiar, anulación del impuesto al salario.
A la luz del reagrupamiento de fuerzas que seamos capaces de producir en esta campaña de discusiones, debatiremos la modalidad de participación en esa jornada que mejor se ajuste al desarrollo de un movimiento clasista e independiente.
Néstor Pitrola