Sobre lo qué puede realmente ocurrir en esa fecha hay todo tipo de posiciones. Clarín buscará prorrogar la cautelar que lo protege de desmantelar su corporación -o, al menos, obtener un plazo largo para ejecutarlo. El gobierno, por el contrario, forzaría la marcha con una intervención. En ese caso, el interventor deberá lidiar con las 158 licencias de Cablevisión (134 más que las autorizadas) y quizás arremeter contra Canal 13.
Ahora ha metido la mano el cacerolazo, en el que los kirchneristas ven la mano de Clarín. Algunos analistas advierten que lo del jueves pasado retrajo la campaña por la re-re-re, pero ¿y Clarín? ¿Dilatar o ir a fondo en los plazos previstos? Sabbatella, que no podía prever que un cacerolazo se interpusiera en su gestión, ha quedado encargado de una ley cuya aplicación es difícil: no solamente tendrá que cuidar que la ‘desinversión’ de Clarín no produzca una desvalorización artificial de los activos de la Corpo, sino que, además, deberá cuidar que el favorecimiento a los rivales de Clarín -que se han comprometido a actuar como alcahuetes comunicacionales del oficialismo- no se convierta en una violación escandalosa de las prohibiciones de concentración de medios que establece esa misma ley.
Muchacho joven, con un futuro que va más allá del ciclo kirchnerista, Sabbatella buscará cuidar, por sobre todo, sus propias espaldas, algo en lo que demostró mucha habilidad en el pasado.
Gabriel Solano