La elección en Córdoba parió un impasse político. Lo que iba ser un paseo de Luis Juez hacia la Gobernación, se frustró. Entre Juez y Eduardo Mondino (el primero y el tercero) hubo apenas una diferencia del 5%. En el medio quedó un renacido radicalismo, que logró además alzarse con el triunfo para diputados nacionales. Ni Juez logró un triunfo aplastante, ni el gobierno provincial recibió la derrota demoledora que todos preveían. Juez graficó la situación diciendo que “al establishment le genera adrenalina no saber hoy quién va a gobernar Córdoba en 2011” (La Voz del Interior, 30/6).
Luis Juez, el aliado de Carrió y Solanas, perdió votos en su principal bastión – la Capital – y retuvo su preeminencia en tres de los 26 departamentos; su “conquista del interior”, para lo cual se convirtió en hombre de la Sociedad Rural (su primer candidato a diputado fue Gumersindo Alonso, ministro de Agricultura de Menem), no logró cubrir la emigración de votos capitalinos ni desplazar al PJ de los principales departamentos. El kirchnerismo (Accastello), con el casi 10% de los votos, logró terciar en la crisis del PJ provincial.
La elección cordobesa dejó el camino abierto para fuertes disputas por la gobernación, el clima menos conveniente para avanzar en imponer a los trabajadores una “economía de guerra”. Es lo que está sucediendo en el municipio capitalino, donde Giacomino busca recortes de la masa salarial, retiros voluntarios y tercerización de servicios, lo que ha despertado la sublevación de los municipales. Del otro lado está el Concejo Deliberante, atomizado entre todas las fuerzas: Giacomino tiene una minoría, y nadie tiene la mayoría.
La izquierda y el PO
La izquierda de conjunto casi duplicó sus votos en relación con la elección de diputados de 2007, pero retrocedió respecto de 2005: 66.600 contra 100.000. Una parte de esos votos se fueron al kirchnerismo (PC y PH).
El Partido Obrero obtuvo el 1% (el 1,45% en Capital), un 80% más que en 2007 (7.300 votos), pero perdimos 2.500 en relación con 2005 (16.600 contra 19.100).
La votación del PO fue notablemente despareja. En las barriadas obreras donde tenemos desarrollado nuestro trabajo (Villa El Libertador, Ituzaingó, José I. Díaz, por ejemplo) nuestra votación triplicaba o cuadriplicaba el promedio. Lo mismo sucedió en pueblos y departamentos donde el partido tiene un trabajo sistemático: Villa Allende, Río Ceballos, Alta Gracia, Malvinas, Juárez Celman, etc.
Esta tendencia al voto al PO, donde tenemos una labor organizada se vio reflejada en la propia campaña, con el acercamiento de activistas y delegados obreros, incluso en gremios donde el partido no desarrolla un trabajo con agrupaciones sindicales. Esos trabajadores manifestaron su deseo de discutir con el partido la organización de sus lugares de trabajo. Las agrupaciones existentes se han fortalecido. Entre los casi 500 fiscales reclutados se destacan activistas docentes, metalúrgicos, telefónicos, de Iveco, VW, Renault, Cive, de la alimentación, docentes universitarios, etc.
Eduardo Salas