Luis D' Elía terminó por despejar cualquier duda sobre el manejo clientelar y punteril de los planes Argentina Trabaja. El plan de lucha de las organizaciones piqueteras ha sido legitimado por el lado más insospechado. La denuncia del latrocinio de los Kirchner por parte de D'Elía marca un momento importante de la desintegración del kirchnerismo, porque pocos como él asumieron el arsenal de los argumentos oficiales en cada instancia de la crisis política. Es otro más que abandona el barco. Privado de los diputados bonaerenses y de muchos intendentes del conurbano, al kirchnerismo sólo le resta la labia de Carta Abierta. D'Elía, sin embargo, como otros antes que él, no saca conclusiones de lo que constata. No es capaz de ver los límites descomunales que la bancarrota capitalista mundial le impone a los gobiernos capitalistas que llegan al gobierno con promesas populares; tampoco ve los límites de la política de reconstruir a la burguesía nacional, como base para una autonomía política real del país.
Detrás del derrumbe de los K asoma el de Chávez, pero D'Elía no dice cómo debe obrar el pueblo para que este fracaso no lo capitalice la "puta oligarquía", esto después de haber acusado a la izquierda revolucionaria de una incapacidad para luchar contra lo que él también llamó la "restauración conservadora". D'Elía promete dar batalla por los planes sociales; veremos qué alcance tiene esto. Pero no llega a conclusiones de algún alcance, como la necesidad de una lucha anticapitalista de conjunto, que se convierta en la premisa de una reorganización social sobre nuevas bases.
Jorge Altamira