"Las camaradas de la revolución social"
La II Conferencia de Mujeres Socialistas (Copenhague, 1910) votó un día anual de lucha por la emancipación de la mujer y dejó librada su fecha de realización a cada país. Recién en 1921, en Moscú, la I Conferencia de Mujeres Comunistas lo unificó el 8 de marzo, en honor a las obreras de San Petersburgo que ese día iniciaron la huelga general que derribó un milenio de zarismo.
Hace un siglo, un centenar de delegadas de partidos y sindicatos socialistas, llegadas de 17 países a Copenhague (Dinamarca), votaron que las socialistas llamarían a una jornada anual de lucha por la emancipación de la mujer, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas sesionó el 26 y el 27 de agosto, constatando que las mujeres estaban ocupando un vigoroso lugar en las luchas de la clase obrera, al punto de “convertirse en una fuerza social que no puede ser ignorada en el proceso de la lucha de clases”, según la delegada rusa, Alejandra Kollontai. El sector más oprimido y atrasado del proletariado había salido a luchar osadamente por la reducción de la jornada laboral, el salario, las espantosas condiciones de trabajo, en solidaridad. Cientos de miles se habían sindicalizado –150.000 sólo en Inglaterra– y muchas militaban en los partidos socialistas. En 1907, el Partido Socialdemócrata alemán tenía 10 mil afiliadas; en 1910, 82 mil. El periódico La Igualdad, que dirigía Zetkin, tenía una tirada de 80.000 ejemplares.
Los debates
La Conferencia discutió la cuestión de la guerra y llamó a las obreras a luchar contra el militarismo y el chauvinismo. Consolidó un programa integral de defensa de la trabajadora embarazada y madre, “sean sus hijos legítimos o naturales”. Señaló que “la maternidad debe ser reconocida como una función social, con independencia del Estado civil y las formas que asume la familia”. Exigió la revisión de las leyes sobre el infanticidio, “cometido principalmente por madres que han sido abandonados a su suerte”. Declaró la guerra contra la influencia religiosa y contra “las mafias que trafican con carne humana”, las redes de explotación sexual. La lucha por la igualdad política –el derecho al voto–, considerada como parte de la lucha global de la clase obrera, fue el punto clave de delimitación del sufragismo burgués. Zetkin cuestionó la cooperación entre el socialismo inglés y las sufragistas – que defendían el voto “censal”, calificado– , y la Conferencia votó: “El movimiento de las mujeres socialistas rechaza el voto calificado y lo considera una falsificación y un insulto a cualquier principio de igualdad política. Luchamos por la única expresión admisible de este principio: sufragio universal para todas las mayores de edad sin títulos de propiedad, impuestos, educación o cualquier otra cuestión que impida a las integrantes de la clase obrera hacer uso de sus derechos civiles. El movimiento socialista de la mujer no encara su lucha junto con los movimientos burgueses de la mujer sino en estrecha colaboración con los partidos socialistas, que defienden los derechos electorales sin distinción de sexo”.
El Día de la Mujer Trabajadora
Serán las obreras rusas, en 1917, las que retomen el espíritu de Copenhague. El Día de la Mujer se celebró el 23 de febrero –8 de marzo en el calendario occidental– y “a nadie se le pasó por la mente que pudiera convertirse en el primer día de la revolución. Ninguna organización hizo un llamamiento a la huelga para ese día. La organización bolchevique más combativa de todas, el Comité de la barriada obrera de Viborg, aconsejó que no se fuese a la huelga”1. Sin embargo, “al día siguiente, haciendo caso omiso de sus instrucciones, se declararon en huelga las obreras de algunas fábricas textiles y enviaron delegadas a los metalúrgicos pidiéndoles que secundaran el movimiento”. La huelga general de las mujeres contra la guerra y el hambre fue el comienzo de la revolución de febrero y el fin del zarismo. En 1921, en Moscú, la I Conferencia de Mujeres Comunistas fijó el 8 de marzo como fecha unificada en honor a las obreras de San Petersburgo.
El Día de la Mujer nació como un día de lucha contra el capital. Los esfuerzos por convertirlo en “el día de todas las mujeres”, en un día de conciliación de clases en nombre del género, son una falsificación que debilita la lucha de las explotadas. A un siglo de Copenhague, el capitalismo intenta salir de su crisis arrasando las conquistas obreras y los derechos democráticos, hundiendo a las masas en la barbarie, extendiendo la ocupación militar y la guerra. Pero la crisis capitalista también abre un período de revoluciones. Las trabajadoras –la mitad de la humanidad, doblemente oprimidas– jugarán un rol decisivo en la lucha por oponer una salida obrera a la crisis del capital.
Olga Cristóbal
1. Trotsky, L. “Historia de la revolución rusa”.
La insurrección de las 20.000
La propuesta de fijar un día internacional de la mujer trabajadora partió de las delegadas del Partido Socialista de Estados Unidos (SWP), que ya habían celebrado en 1908 un primer Women’s Day en Chicago. En 1909, el SWP convocó a manifestaciones nacionales el último domingo de febrero para “enrolar a las mujeres en el ejército de los camaradas de la revolución social1; obtener el derecho de voto y abolir la esclavitud sexual”. En las vísperas del tercer Women’s Day, los trabajadores estaban conmocionados por los dos meses de huelga de las costureras de la textil Triangle de Nueva York, que pasó a la historia como la “insurrección de las 20.000” porque, a pesar de los carneros armados y la represión –600 detenidos–, miles de obreras de otras fábricas y hasta un sector de las sufragistas fortalecieron los piquetes. Movilizaciones de más de 10.000 mujeres sacudían Nueva York.
La huelga se levantó el 15 de febrero de 1910 con un triunfo parcial, y muchas costureras se sumaron a la organización del Día de la Mujer Trabajadora. Sin embargo, no lograron que la empresa instalara salidas de emergencia y que no las encerrara. El 25 de marzo de 1911, un incendio destruyó gran parte de Triangle. Los bomberos encontraron las puertas con candados y rejas. Murieron 146 trabajadoras; la mayoría, inmigrantes judías e italianas. Cientos de miles acompañaron el imponente funeral. El periódico America dijo: “Cuando la manifestación llegó a Washington Square, a la vista del edificio Asch (sede de la fábrica), las mujeres rompieron en llanto. Un largo y doloroso llanto, la unión de miles de voces, una especie de trueno humano en una tormenta primordial, un lamento que era la expresión más impresionante de dolor humano que jamás se haya oído en la ciudad”. Los dueños de la Triangle fueron absueltos por la Justicia.
Con frecuencia, se dice que en Copenhague se votó el 8 de marzo como día de la mujer trabajadora en homenaje a las obreras de la fábrica Cotton, muertas en un incendio provocado por su patrón en 1857. El dato es erróneo. La Conferencia no fijó un día específico y recién en 1921 se determinó que fuera el 8 de marzo. Ni Zetkin ni Kollontai mencionan tal incendio. En los últimos años, varias investigaciones confirmaron que ni siquiera existió una fábrica Cotton. Probablemente la masacre de Triangle haya colaborado a una confusión que, de paso cañazo, borroneaba el origen nítidamente socialista y revolucionario del 8 de marzo.
O.C.
1. Suele afirmarse que se reclamaba exclusivamente el derecho al voto sin distinción de sexo.